La ansiedad es un tema que está en boca de todo el mundo. Es un término que se utiliza muy a la ligera para describir personas, rasgos de personalidad, manifestaciones, etc., y considero que muchas veces se emplea de forma errónea; por eso he pensado que sería interesante describir en pocas palabras y desde un punto de vista más científico qué es lo que realmente ocurre a nivel biológico o fisiológico.
Lo primero que cabría señalar es que la ansiedad, al igual que las emociones, puede ser entendida en determinadas circunstancias como una respuesta normal y además necesaria, el problema está cuando se considera una respuesta desadaptativa, es decir la ansiedad patológica. ¿Qué es lo que va a diferenciar una respuesta de la otra? Básicamente la intensidad y duración.
Se podría decir que la propiedad fundamental de la ansiedad es su naturaleza anticipatoria, pues posee la capacidad de señalar una amenaza o peligro y de prepararnos para afrontarlo, de ahí lo que comentaba anteriormente, de su valor adaptativo o biológico, pues la ansiedad ha sido muy útil en la evolución. Lo que no va a ser funcional es anticiparse a un peligro irreal, es decir que la respuesta sea desproporcionada a la situación.
Hay multitud de factores que influyen en cómo se reacciona o afronta una situación estresante o un ataque de ansiedad. Los síntomas o manifestaciones pueden variar en cada caso o incluso en la misma persona en situaciones diferentes. Lo importante es buscar ayuda especializada para superar estas situaciones y llevar una vida lo más satisfactoria posible. Un buen terapeuta especializado es fundamental, es necesario contar con un psicólogo con terapia para ataques de ansiedad u otras manifestaciones relacionadas, que proporcione una atención individualizada según las necesidades de la persona.
Partiendo de la base de que no todas las personas presentan la misma vulnerabilidad biológica para que se desarrolle o se mantenga una ansiedad patológica, voy a presentar brevemente las manifestaciones que pueden ocurrir. Básicamente van a surgir de la activación o hiperactividad del sistema nervioso autónomo y somático. Existen diferentes categorías de respuestas psicofisiológicas: la actividad respiratoria, la actividad cardiovascular, la actividad del sistema nervioso central, la actividad muscular, la dilatación pupilar y las variaciones del pH.
Con respecto a la actividad cardiaca se va a ver un aumento tanto de la frecuencia cardíaca como de la tensión arterial, tanto la sistólica como la diastólica. El aporte de sangre a los músculos va a aumentar y sin embargo el aporte sanguíneo cutáneo va a disminuir. En la actividad respiratoria vamos a ver no solo un aumento de la frecuencia sino también una respiración irregular. A nivel muscular se produce un incremento de la tensión muscular, temblores y también incremento del reflejo de parpadeo. Se va a dilatar la pupila y con respecto a los cambios de pH que antes comentaba es porque desciende por un lado el pH salival y de la piel y aumenta el sanguíneo. Todos estos cambios o ajustes que sufre el organismo son para afrontar la situación supuestamente amenazante o peligrosa.
Los ataques de ansiedad se caracterizan por presentar las descritas reacciones psicofisiológicas pero de forma súbita e intensa y en ocasiones impredecibles. Hay que saber cómo actuar ante una crisis de ansiedad. La frecuencia cardiaca y respiratoria se incrementan de forma drástica, sudoración, temblores, etc. Sin embargo cuando la alteración de la ansiedad es mantenida en el tiempo las respuestas van a tener lugar de forma menos intensa pero mucho más tiempo y en este caso se denomina Trastorno de Ansiedad Generalizada.
Cuando se habla de los desencadenantes, no suele haber un estímulo o situación concreta que generen ansiedad o un ataque de ansiedad, sino que es el significado personal o interpretación anticipatoria de la situación que hace la persona. No van a ser por lo general situaciones que puedan dañar directamente a la persona, sino que en su mayoría son reacciones aprendidas y anticipadas de amenaza. En la ansiedad patológica el mero recuerdo de situaciones desagradables, amenazantes o simplemente pensar en el futuro con un cierto temor pueden desencadenarla.
Hay cuatro situaciones genéricas que Endler y Kokovski proponen que pueden producir ansiedad, en primer lugar aquellas que implican amenaza de peligro físico, también situaciones en las que tenga lugar evaluación social, situaciones ambiguas y las rutinas diarias.
La ansiedad está muy relacionada con el miedo, del cual ya he hablado con anterioridad, de hecho comparten las estructuras neuroanatómicas, aunque en la ansiedad se involucran más estructuras. Además de la sintomatología física antes descrita como la taquicardia o hiperventilación, una persona con ansiedad va a sentir angustia en primer lugar, pero también preocupación, inseguridad, nerviosismo, aprensión, tensión, temor, malestar general y pensamientos intrusivos negativos, etc. Estos efectos son compartidos por el miedo y la ansiedad, pero en esta última se dan con menor intensidad pero mayor duración.
Fotos: michmutters, hamedmasoumi