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Una pizca de psicología: La emoción hostilidad (parte 2)

Después de haber tenido un primer contacto con la emoción hostilidad hay que seguir describiéndola para comprender mejor cómo actúa y por qué, describiendo sus componentes, qué la produce y cuál es el procesamiento que sigue.

Entre los componentes afectivos de la hostilidad se podría mencionar la ira, el desprecio y el resentimiento o el enojo; y el componente conductual es la agresión, como un acto físico que puede o no estar instigado y mantenido, en parte por una o más emociones del patrón de hostilidad. La intención es dañar, desconcertar o defenderse de objetos. Son conductas de ataque y dañinas.

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No hay desencadenantes concretos y universales para la hostilidad, al igual que en la ansiedad, el proceso de estrés seguramente sea el principal desencadenante, las situaciones que pueden desencadenar directamente la hostilidad son aquellas en las que se produce violencia física o en las que percibimos en los otros determinadas actitudes como la irritabilidad, el negativismo, el resentimiento o el recelo, entre otras.

La hostilidad implica la percepción de los demás como una fuente de provocación, maltrato y frustración. Estos antecedentes son anticipatorios, es decir, atribuimos a los otros ciertas actitudes y ello es lo que desencadena la actitud hostil.

Y por supuesto, también puede desencadenar hostilidad un dolor intenso y agentes físicos ambientales como temperaturas displacenteras.

La hostilidad se produce ante situaciones que suceden lentamente y puede permanecer en el tiempo sin que se repita el estimulo que la propicio. El desencadenante desorganiza y obstruye los planes que tenemos previstos.

Las personas hostiles atribuyen intenciones hostiles a las acciones de los otros y se estima que lo sucedido no está de acuerdo con las normas sociales y personales, muestran una atención selectiva y un procesamiento negativo de la información de los otros.

Se han hecho multitud de estudios abordando este tema y se ha observado que los hombres obtienen mayor puntuación que las mujeres en cuestionarios sobre hostilidad, hostilidad cínica y actitudes hostiles. Y por otro lado, también se ha llegado a la conclusión que el potencial de hostilidad se incrementa con la edad.

Tengo que decir que me ha sorprendido este último dato porque yo hubiera pensado que según van pasando los años las personas le dan menos importancia a lo que piensan los demás y centran su atención en cuestiones importantes en la vida, a lo mejor ese es el problema y de ahí que se exprese la hostilidad más abiertamente. Sea cual sea la razón deberíamos tratar de manejar nuestra irritabilidad, pensar antes de actuar e intentar evitar prejuzgar a los demás.

Hasta pronto! Diana.

Foto: Iago A.R


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