Hace bastantes meses que planté semillas de cebolleta en la mitad de una maceta. En la otra mitad puse semillas de canónigos que nunca llegaron a germinar. En cambio si que vi movimiento en mitad de cebolletas por lo que decidí mantenerlas para ver qué sucedía con ellas.
Ya vi con el caso de las zanahorias que cultivar este tipo de especies en maceta es bastante complicado por lo que no tenía muchas opciones con las cebolletas, y así ha sido. Empezaron a crecer malas hierbas por la otra mitad de la maceta y pensé dejarlas para ver qué salía entre tanta variedad que veía asomar.
El otro día decidí dar fin a esa maceta y dejarla para plantar en ella las lechugas que tenía en plantel y que el otro día se podían ver en la foto del semillero. Cómo estaba la maceta. Plagada, llena, completa de raíces. Era toda la forma de la maceta raíz. Cómo se puede ver en la imagen, una de las hierbas que habían crecido de forma silvestre tenía muchas y profundas raíces. Algo que he aprendido, quitar las hierbas que aparezcan que no sea nada que yo haya plantado.
En cuánto a las cebolletas. Como era de esperar eran muy pequeñas, pero mucha culpa mía al no haber clareado la zona dónde sembré. Cuándo se siembra a voleo, al empezar a germinar las semillas, debemos quitar y dejar las necesarias espaciandolas entre ellas lo necesario. Otra cosa para aprender. Sin dejar de lado que la maceta no es lo suficientemente profunda para cultivar y menos especies de raíz comestible.
Lo que al final hice fue ir retirando de las raíces la mayor parte de tierra posible pero sin mucha preocupación de que quedaran algunas en la maceta. Y con la tierra que había, mezcla de fibra de coco y humus de lombriz, plantar las lechugas. Es cierto que cómo he dejado ahora la maceta posiblemente también haya pecado de espacio. Las lechugas tienen una buena raíz fasciculada y cuatro lechugas en ese espacio no haya sido buena idea. Pero veremos a ver qué sucede.
