Hace casi un mes que no hablo de ninguna cerveza nueva para mi. Por lo que ya es hora de traer a estas lineas una birra a dar a conocer. El problema que tiene de la que hoy voy a hablar, es que no creo sea nada fácil conseguir. Y es que ha venido gracias a unos grandes amigos desde tierras francesas e imagino que no se venda por aquí. La cerveza se llama La Chnoye Blonde.

Mis conocimientos del francés son limitados y lo más que he podido encontrar es que la cerveza parece hacerse en una zona llamada Le Valtin en el este de Francia y que a su vez debe pertenecer a Hautes Vosges. No estoy seguro pero creo que la empresa que la fabrica se llama Les Bières des Hauts.
Abrir una cerveza como esta es una situación curiosa. Uno está acostumbrado a las conocidas cervezas nacionales o internacionales con nombre. Pero un día cae en tus manos una botellín con la forma más bien antigua, una etiqueta en la que el protagonismo lo tiene una vaca y a un lado unas cuantas palabras en francés.
Al abrir una cerveza así uno no sabe bien lo que se espera. Puedes estar pensando que te vas a tomar una cerveza «rara» y que tiene que estar riquísima, pero al tener en tus manos una cerveza con una vaca también piensas a ver qué leches es esto. Algo así me ha pasado con esta cerveza.
Lo primero a destacar de ella es que al mirar el botellín se ve en la parte baja mucha cantidad de posos. Algo que es habitual en cervezas artesanas, pero en este caso era mucho más de lo «normal». Una vez abierta y ya en el vaso la cerveza me generó exagerada espuma, no se si será por el viaje que ha hecho o es siempre así. Espuma de color muy blanco que una vez pasan los minutos disminuye quedando una fina capa duradera.
Es más que turbia, casi opaca diría. Aún servida se ve como deja posos en el vaso. Todo muy de color ocre. Con un continúo pero mínimo burbujeo. Para mi gusto y para se una cerveza artesanal, excesivo gas. Cada sorbo se notaba cómo metía el gas al cuerpo , que lógicamente luego pedía salir. Cosas de las cervezas ya sabéis.
Al olfato diría que la cerveza tiene un alto olor al lúpulo usado. Ciertos matices para mis conocimientos escasos, incapaces de definir. Y al sorbo algo parecido. Al primer contacto la cerveza dice poco, dejando al paso un pequeño amargor y al final un regusto raro, raro.
Si tuviera que definir esta cerveza que he tenido la suerte de que cayera en mis manos, sería con un «cerveza rara de narices», por no decir otra cosa. La suerte es que mis amigos me trajeron dos y podré nuevamente probarla y ver si las sensaciones son las mismas. Pero no creo que cambien tanto como para decirles que me traigan nuevamente esta cerveza. Pero que tampoco se enteren haber si no me van a traer otras distintas.
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